Una espada de hierro,
Puntiaguda, filosa y terca,
Se blandía en la era medieval
Y sembró sufrimiento.
¡Oh, brioso apunta caballero!
Se imponía, defendía,
Cambió la vida
Retrocedió, avanzó
No era igual.
Todo escrito con sangre está
Y queda su tétrico suspiro
Ante un sol que
Entre cuatro puntos
Cardinales se ha desvanecido.
Ivette Mendoza
2014