Era una noche gris y de florescencias,
corazonada de dolor y golondrinas.
Los rastros del ayer socavan las sienes.
Un temblor en el alma. Un canto azul.
El labio sincero es el amor.
Profundo regocijo. Lamento insaciable.
Recuerda la luna. Olvida la tempestad
hasta vislumbrar la estremecida aurora.
Ivette Mendoza