El enojo de Ezequiel habla con la e
en ecos repletos de enredos
vertiente de Éufrates adyacente
emanar de uñas ante lo excéntrico
las brisas caricias y remedos
regresan cantando lloviznando
hombre de promesa estresante
túnica estrafalaria latosa y
quisquillosa
vivir en la tarde soleada artificiosa
con la alondra amarcianada
bajo sus alas carnívoras.
Ivette Mendoza