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martes, 22 de mayo de 2018

Hiel que pura no podrá ser otra

Hiel que pura no podrá ser otra hiel de amarga miel;
mal humor oscuro no es esa, más que miel, no es esa.
Mano amada el toque que la extiende y mancilla,
si aquella colmena endulzara negra hiel, o la amargura tiesa,
el alma eructara roja hiel malicia y por empalagosa quemada,
zambullidora la abeja calmara el tormento de aquél reinado.
Boyante y efectiva de polen avienta el séquito peliagudo.
Su ronronear brillara así, desollando las ranuras que perfora
el pecho hacia lo meloso; lamí porcelana y abarcando hondo, voló.
Diminuta toma animosidad que blanqueara los sentidos; hermético
de la cintura que el humo encubre, indeciso al tacto.
Ivette Mendoza