El cerebro automatizado o quizás
virtualizado,
Dos más uno ya no es
ninguno, aferrase
A la ilusión de llevar el
alma rota.
El ego meloso y
mimoso en el nido
De los deseos caemos en tentación.
Se nos eriza el cuerpo ante
los asombros
Del gusto desequilibrado,
llorar o reír.
Se busca la fama-dinero y
nos contagia
De sarna en el mero útero
del corazón.
Hay un gato encerrado que
nos envuelve
A todos frente al oráculo de
la ingenuidad.
Un sueño se sirve en una
tarjeta de crédito
Y traza la línea del mundo ficción.
¡El mundo está
comercializado!
Visión de garras ocultas
con lágrimas
Compradas.
La invasión de oferta y
demanda como
Lava volcánica derramándose
en la infelicidad
De un pozo ciego.
Ivette Mendoza
2014