Tiempo
zurcido a mi medida
que fluye
por las mañanas
y en sus
lejanas encrucijadas
su
inocencia clama clemencia
desanudada.
Manecillas del
reloj
que sudan entrelazando
horas inexactas
mientras devoran
mis sueños
encuentran
mi sombra imperfecta.
Las horas
bostezan cabizbajas.
Un pez come
mis días feriados.
Solo hay
vacaciones de añoranzas
por eso,
el tiempo
no deja de ir asalariado.
Ivette Mendoza