Esencia de vida eterna la sombra amante,
celebración de musgos ante la entrega,
hay rimas para palpitar en jade, en do mayor,
el dolor del alma tiembla y desaparece.
Sentimiento de alegría en compañía,
serafines de algodón hasta que el cielo
aclare.
Hermosa tierra contenida en ensueños de
manglares
al susurrar tiene la costumbre de ir
cantando.
Fatigada la soberbia del durazno por donde
lo toma y lo retoma el destino, ¡no es justo
mi Señor!
No es la voz que fulmina el ocaso, no es, no
es
mi Señor. Añoro refugiarme en tus brazos.
Golondrina que circunda en el místico deseo,
alas que consumen la histeria del furor de
Zeus
tratan de llegar a un año más de luz,
tratan de llegar a un acuerdo de la mente
tratan de llegar hasta La Fuente Ovejuna.
Ivette Mendoza