Sobre el subordinado azogue desguazado
yace la perspicacia germinal del sueño;
arremetida intuitiva de la luz veteada
hacia
al matinal de contemplación, sus ojos son
mundos cristalinos; simbólico corazón
que duerme, y no es de noche, duerme
en el
bramido proveniente de Atlántida.
Es hoy un innoble, artilugio de amasijos de errores
que al mirar a todas partes,
nadie concurre a protegerlos.
Construyen el amor con fragmentos de lóbregos
idealismos, con el encono marchito de
tus espinas.
Ivette Mendoza