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lunes, 27 de noviembre de 2017

Allí acaba el gemido

Allí acaba el gemido; ya nada escucha.
Allí el sol sus rayos brillan y recubren.
Cómo decir, quien, en qué instante
de frente puede recurrir a la misma lucha.
              
Sin lamentos, sin recuerdos, sin dudas.
Sólo el alma es tan nívea y elocuente;
te toma paulatinamente entre las manos,
y más aún durante el temor y el sufrimiento.

En la voz más timbrada de tu mirada,
la gracia del violín, el cielo un encrucijada
más torna tu paciencia, a oro pasatiempo,

llenando de menta el entorno de mis labios;
donde llega al paladar que hierva adentro,
hasta el rumor más insospechado de los sabios.
Ivette Mendoza