Sabores, aromas y cadencias
mantienen
arenas grises,
espuma y sal, pagodas barnices.
Como un aromatizador
con mis castañuelas
de miedo,
con sus playas
Bermudas
hay felicidad de mujeres
dormidas
y rompimiento de
olas en vaivenes
del viento.
En tentativo
encanto y en influencia dispareja,
la gente actúa triste
en un mundo alegre.
Crecen de ti
doradas palmeras altas, cuando
lee, el maestro,
la filosofía de la indiferencia.
Huir y huir de tu
lástima, y tropiezas
y ardes y perfumas,
en los giratorios trigales
del sol.
Ivette Mendoza