Derrumbamos aluviones por el contorno lateral
Derrumbamos aluviones por el
contorno lateral.
Un panda huye un panda ondulante
y luminoso
y ruborizado se tienta pero
columpia adyacente
rozando un árbol de oro.
Esa jaula envuelve, trama, retoña, aviva
o sotierra.
Una garra eleva
tenebrosamente
su aletargado caminar
transversalmente.
De momento se esfuma. Todo se
incrementa
todo anda, relumbra, marcha, se
allana
retorna. Un silabario de
penumbra esquelética
traba salta, reanuda, disminuye
aún,
se atornilla al alma al
corazón a la mirada
intuye enflaquecido y
cristalino festeja. Vuelve y engulle.
Grita y ennegrece lento.
Y una luna muda amarga gira colindante
entre pezuñas hablantinas
entre hocicos sordos
entre esferas babiecas y
altisonantes.
Una manotada y un latido, una
mudez muy distraída
que se aspavienta se excita.
Una mudez muy distraída.
Un sol oscurísimo baja
cacareando sombra dilapidada
baja blando se atraganta
y una nube amputada estruendosamente se
desliza en lo oscuro.
Ivette Mendoza Fajardo