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domingo, 1 de mayo de 2016

Cuerpo solitario



Cuerpo solitario fantasma, ectoplasma
Explora su mundo mellizo, castizo
En el esplendor romano, sano, insano,
De aves y muros, de peces y pilares
Que nos señala hacia la era virtual.

Cada noche, cada momento se tienta Nerón
Se tienta llorón, amargo y atolondrado
Ciudad que quema al verse desafiado,
Desata su burla en un arco de palomas
Se asoma con triunfo dantesco.

Luz que me quiere, más cerca de donde estoy,
Señal de vectores señalando la claridad
Festejan el parir y el morir de las almas.
El imperio romano era sólo una libélula
Aleteando encima del fuego.
Ivette Mendoza

sábado, 30 de abril de 2016

Un hombre para alegrarme



Un hombre para alegrarme
Con su voz de trigal, surge de la loma,
Cae sin fin a las aguas del rio,
Ríe, llora, bendito seas.
Cada instante eres el grafitis tatuado
En la tierra, pronto a mi auxilio.
Nada para que mi corazón se emocione,
Nada para que mi alma reaccione,
Habla esplendor su lenguaje, sube
Al cielo de tus labios.
¡Ah! Despiertos veremos la rojiza
Infancia del contorno de la luz y su
Recién nacida ternura.
Escúchame:
Tus manos palpan mi vientre y
Encuentran sus frutos y rodamos
Jubilosos dejando las cosas a la
Brisa de la vida.
Un sí, con sabor a durazno, alzan
Tus ojos y me miran, zarpamos
Al mar, al viento, al aire, a la fuente
Del amor, sin malos entendidos,
Solo gestos visibles y palpables.
Ivette Mendoza

Célebre y tétrico



Célebre y tétrico y absurdo y bendito.
La cuerda de tu miedo se desnuca en el témpano
De mi curvatura, triste forma de luchar.
Premonición es materia prima, la consumo como
Luz proyectada.
La cortina de la niebla demanda su sal de conciencia.
En su doblez se retuerce la cólica lluvia, me espantan
Sus gases.
Esta, esta es la más extraña coincidencia, petrificar
Mis flores con el salitre del mar y el cocodrilo que las ataca.
Misa de cien años enrollada en vino senil con sotana
Y sin fortuna, nunca pagué un céntimo.
Dijo que no la mano peluda de la parca, pero se lo llevó
Y cuando dijo que si, lo dejó.
Tu alma embrujada es la rebeldía de mis alas de ave.
Soy huésped del vértigo dentro de su escama mercantil.
Mi blusa de chaquiras aloja un insecto simulado de verdades.
Humillada en el infinitesimal suspiro de tu piel.
Me dejó anonadada Poseidón en pelotas, se rompió la
Espalda al acostarse en mi cama, era tan macho, macho
Que le corté el penacho, se tornó hocicón.
Ivette Mendoza