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viernes, 8 de julio de 2016

Añeja y azul era la noche



Añeja y azul era la noche
cuando la parió la llama
de igual manera el broche.

El cielo, el mar y la nube
en las garras del viento.
El lugar donde estuve.

Verdad deforestada
donde una sombra micénica
pierde su corvo diente.
Un rio de alma estancada.

Oh halito de vernales ogaño,
collado ostenta metáfora roída
por los siglos bisiestos de la nada.
Era el único retrato extraño.
 Ivette Mendoza

Enhiestas centurias



Enhiestas centurias, enhiestas
horas enhiestas
ciénagas, enero último, ciénagas
de ocasos,
en maquinales electrónicos retocados,
polea,
polizón.
El tornillo afloja-ruso
trasquilado
intranquilo
revertido
con nostalgias.
Situaciones politizadas en la voz flemática,
navío bravío de palanca circundante
en el acero,
siluetas de llaves en el fuego motriz
emociones, mecánicas
por la tecnología fría,
arrebato y entredicho
empapado con adrenalina.
 Ivette Mendoza

jueves, 7 de julio de 2016

Calor humano



Calor humano
Calor humano entre el oro blanco y los cristales de tu cuerpo.
Calor humano con la llama fina del amor y el gozo.
Calor humano se declara consistente.
Fulguroso cuando asciende a la vida, fulguroso.
A veces se entiende más callado.
Deseable de voluntad.
Deseable de voluntad con el que nació con su cara de inocencia.
Deseable de voluntad cicatrizó la herida para siempre.
Deseable de voluntad por donde en horas se columpia.
Deseo y voluntad, deseos.
Riégalos por el mundo.
Riégalos.
Aceleración del instinto gota a gota bien pensada.
Aceleración del instinto que se abre no arrepentido.
Aceleración del nácar de la mente, de repente.
Techo que consuela hasta alcanzar un sentimiento.
Tus abrazos, tus caricias, el amor en el trigo enlucido.
Ivette Mendoza