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domingo, 23 de abril de 2017

Tormenta sobre la colina



Tormenta sobre la colina
fuerza heredada en el presente,
tiempos muertos, tiempos vivos
las nubes se inclinan para inspirar
esa esperanza de la era imposible
que dejó el diluvio de Noé.
Tormenta sobre la colina,
impulso de majestad de cumbre,
allí queda activo el pozo rojo lanzando
la divina pureza, la validación de un
amor clásico y cabal.
Pueden mis labios curtirse por el
tiempo, marcar la sed de la
historia, ¿Quién juzgaría volver ruinas
la grandeza del mar?
Ante la sombra de aquella tempestad
navegaba solo el ego de Perseo.
Ivette Mendoza
 

sábado, 22 de abril de 2017

Dentro de una obra teatral



Dentro de una obra teatral
acontece la amenaza del mundo
en el libreto interesante de
una tal dialéctica de ficción.
Y cómo una liebre perseguida,
recorre trecho a trecho y
cansa en la forma más risible
a su encuentro con la racionalidad.
Apenas abre una escena entre
lo físico y lo invisible porque
es protagonizada por un ave
macho-hembra que vuela
por los cielos sin ninguna pasión.
La ubicación y la exactitud
de su valor es más siniestra
bajo los rayos del sol.

Ivette Mendoza

viernes, 21 de abril de 2017

El amanecer de pechos despiadados



El amanecer de pechos despiadados;
dame una vuelta entre los olivos para
afirmar la picadura que me da el
escorpión.
Cata catapulta cata en el empuje un
alacrán y eso fue en un día lunar,
lunares son parte de tu cuerpo.
No nos confundamos, ya lo dije,
hay que darle rienda suelta a las ideas.
Aquí arisca como el gato mimoso que
me enseña a acariciar.
¡Oh amor! yo te puedo dar a ti lo que
Dios te prometió y no te dio.
Soy el perno pesado que lleva tu alma
hasta dejarla huérfana, hasta dejarla
trasquilada, aunque yo sé que la
llevas empachada.
Volantín que me doy con las botas
puestas, la otra forma de llevar la vida.
Reconstruir el alma con cirugía plástica
y dejarla más estirada y virulenta es
obra de un doctor que reside en el averno
y yo sé como se llama. Atragantarse de
tanto sushi y quedar abombada hasta
transformarse un una japonesita de
azúcar como esas muñequitas de tiras
cómicas.
Una punzada en el oído, peor que una
punzada en el corazón, es que yo no
soy muy sentimental.
Ivette Mendoza