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jueves, 13 de julio de 2017

La Torre de Eiffel sobre el naufragio



La Torre de Eiffel sobre el naufragio
del cuadro de Monet afligido.
La bipolaridad del agua verde en el trigo,
el sabor amargo de Vicente Van Gogh
y su virulento girasol tímido;
surgen centellas doradas, aura de girasoles
y la oreja de corona enloquecida de infinitas
tormentas eléctricas sin ningún pararrayo.
Salvador Dalí intuye con el bigote  
separando las aguas con lenguas de fuegos
extravagantes a como lo hizo Moisés.
Pábilo párvulo funda la ciudad
prometida sin cuerpo y sin voz
bajo el fiero ejercito de sílabas.
Rencoroso el árbol que no da fruto
y fruto que no hace esfuerzo alguno.
Muéstrame tu corazón, sé que puede
tener vida de gato perruno.
El dolor artrítico de la espada
es como el dolor de una casa deshabitada,
indúceme a su juego hipnótico.
¡Oh Picasso! A esta hora te pones más
viril y a mí me mandas a la gloria.
Ivette Mendoza


De un abandonado abacial




De un abandonado abacial. Pretérito ojos.
Yo no soy nadie, él no fulgura, apenas vive.
Abandonado en dura tierra, con abrojos
intuye por amarantos de bejucos y revive.

Absorto en sus barrotes de lo absurdo;
solo la acritud, la actitud, y el rezo lo domina
y como un ermitaño, rodeado de lo burdo.
Burdo el hábito, y burda la cama clementina.

Entre badajos oxidados, llora día y noche;
llora y llora ¡Oh mundo injusto! Misericordia
de palabras, de gestos, de actos y reproche.

En su hábito arrastra alondras y su sombra;
bárbaro barbarismo musgo de la discordia,
compasivo y resguardado entre las alfombras.
Ivette Mendoza