Related image

martes, 28 de junio de 2016

Acostumbrados



Tú y yo, estamos tan acostumbrados el uno al otro
que de inmediato podemos entrar al
Nirvana infinito y su consciencia causativa
de afinidad.
Todo se aproxima al amor y hemos aprendido
a perdonar, a pesar de la melancolía intermitente
de los caminos espinosos que hemos atravesado.
Pero el Nirvana como un eslabón divino
lo tomamos como una fuente indescriptible,
más penetrante que los refranes asumibles
que brotan del océano de amor y paz y lo dicen todo.
Ivette Mendoza

lunes, 27 de junio de 2016

Cuando veas el relámpago



Cuando veas el relámpago me soñarás
si crees que mi reflejo es la tormenta,
será el cielo suavemente sagaz y mi
alma, como siempre estará hambrienta.

Así trascurrirán los días en Managua
cuando vuelva a ella en vida de regreso
y bese la tierra azul y blanca llena de agua
dejando atrás las sombras que atravieso.
 Ivette Mendoza

Abarqué



Abarqué el cetro de todos los buenos pensamientos
Cuando llovía un silencio sin fondo e inexplorado.
Viento, pañuelo de los bosques, cobija del amanecer
cercando las taciturna noches, que no cesen de hablar.
En las ciénagas de luz repiquetea lujurioso el tiempo,
le gusta entonar canciones, delinea el contorno de
tus labios.
Hay fisuras en las bruscas flores de la duda,
sus pétalos rayados de suaves oropeles, cuando el aire
vacilante se asoma.
Me enredo en los eslabones de tu cuerpo,
colgada triste y alegremente como si no conociera
más que tu sombra.
En mis ojos maduran un sinfín de crucigramas y
encarnan tus ilusiones en las mías.
Dentro de la invisible piel del rostro escarlata
se flagela tu sombra, con su vahído retocado
pudo transcribir su voz, un palanquín de cedro
se figura pura.
Me visto con la desnudez de todas las nubes,
sobre ti caigo como una fuerte lluvia.
Escondida trato de restaurar la luz atrapada
en su brisa, más vale la paciencia que todavía
allí se encuentra.
Seguiré andando por los caminos de la puerta
inequívoca que me incitan a dormir despierta
voy despojándome de la herencia del feroz tiempo
y los pabellones de la religión arcaica.
Yo, en la limpidez de líneas infinitas
que nacen y se pierden como puntos armoniosos.
Ivette Mendoza