La ciudad alada para respirar.
La ciudad extendida para
ocultar
el sopor irascible de los
miedos,
son incluso prosternados
son incluso prosternados
desdoblando en burdos y
solitarios
seres.
Siempre cuando mueren nacen
Siempre cuando mueren nacen
y muchos piensan en su
convicción,
cuando es dolor imaginado
tiñen a escarlata como la
sangre
cubriendo imágenes obsoletas
y desgastadas, como las olas
en su
ritmo renco de vaivén.
Se ve un silencio
destornillado sobre el sueño,
un rostro impreso sobre la
lava de
las voces mudas y tan fugaz
existir donde
el agua filtra la opaca luz
junto a su blando
nido, yacer y yacer en el
espíritu
ficcional, temeroso habla y
resucita.
Ivette Mendoza