Narciso, tienta nacarado
suave y claro, hecho
de hojas pantanosas,
de halógena ilusión.
Reflejo de agua en agua, iracunda
lamentosa en el silencio,
sonora o callada,
con pelambre perceptivo y psiquis
pelada,
picoteada en estambres
sensibles.
Narciso se hace risible
desde su fundación audible
hasta el pedestal aeróbico
donde apenas deja
sus dientes de leche.
Narciso se observa en la nada,
pistilos extraviados,
en Sodoma y Gomorra
en Sodoma y Gomorra
su última estación.
Ivette Mendoza