Hiedras que crecen en el horizonte lloroso
huesos que arrastran su suerte obscura
ojal colosal por donde paso invisible
relojes acuíferos sepultando y ahogando las horas
espirales de menta plasmadas en llamativos percales
paparazzi y su cámara ciega retratando lo imposible
el golpe fatídico, la sumatoria ladrona, el violín mentiroso
la trompeta afónica, el vagabundo ideal.
Gritos sordos que habitan en la lengua de dolor ciático
Boca empalagosa obsesionada a la matriz de una colmena
Piélagos de ortigas y moluscos llenos de ira. ¡Sálvalos Cira!
Ivette Mendoza