La mañana del eclipse del sol
miraba su reflejo con anteojos
tridimensionales.
Millones de rayos palpitaban en la
oscuridad.
Confesión solar en el rostro de un
niño,
blanco y puro de música resonante.
Avanzo al compás de mi melancolía,
música temblorosa de sinfonía.
La realidad pinta los sueños
sonoros.
En la niebla las estrellas se
esconden
en los paisajes apocalípticos de tus
ojos.
Ivette Mendoza