El plancton de Andrómeda
 
El plancton
de Andrómeda unísono fija las directrices verticales que
hay al anochecer/
Arrimarse hasta un rectángulo como ingresar a un
 encuadre que
se desnivela por completo en tus abrazos, o explorar de
 golpe las
voces del invierno / Noches de espinas en retumbos que surgen
 del vacío / Era
abalorio rojo atraído por sílabas y arrumacos tirados de tus
 dardos
certeros en frutos de un sueño / Y es tu capacidad de mieses en
 claraboyas
periódicas y estrellas la que regresan tijereteadas de seguir
 el rastro de
la palabra en la frenesí universal / En el encadenamiento
 transversal,
un sol de seda y corbata por la selva de sílice / Dentro del
 corazón
pretérito de las estirpes, navegar hacia el filo del vértigo se
 filtra el
último sonido de la vida / En el perdón de mis rodillas cada vez
 que llega a un
brusco báculo suscrito que lo convierte en ciegos lentes /
 Lloro, me
doblego o huyo en lo que yacen los minutos degollados /
 En la oscura
colina, la espiral veloz es un instante de estudioso tranvía /
 La sombra
alcaraván se moría ensimismada de tener maracas labradas
 en pelícanos
terrestres, incluyendo la cifra de la simpatía perfumada,
 en la que
sólo soy una nota musical de esta lúgubre canción/
Ivette Mendoza Fajardo
