Las
cuerdas de oro del arpa de David
renuevan la confianza en los reinos del espíritu.
Con un candil asciendes a los grandes templos
de la memoria y ves latir el alma-cielo:
las torres blancas, los corredores, las llamaradas
de las frescas auroras, el manantial, la aleatoria
rosa del viento del pausado errante que aventura,
con incienso y mirra, sus pasos por la eternidad.
Después de las flores desojadas, mayo en los vergeles.
renuevan la confianza en los reinos del espíritu.
Con un candil asciendes a los grandes templos
de la memoria y ves latir el alma-cielo:
las torres blancas, los corredores, las llamaradas
de las frescas auroras, el manantial, la aleatoria
rosa del viento del pausado errante que aventura,
con incienso y mirra, sus pasos por la eternidad.
Después de las flores desojadas, mayo en los vergeles.
Ivette Mendoza