El
martirio del pan que no ha recapitulado
aprieta
su esternón,
una
frente tersa de música mansa,
la
curvatura del alcohol que no encuentra
su
salida,
el
diseño rábico del amor donde anuncia
su
adiós lejano el reverso.
Cómo
no manifestar a este fatuo fuego
acostado
en sus tres soles,
pidiendo
fiado como un río viudo sobre
la
cara del disimulo.
Debate
esta esfera doblemente triste:
Reprogramando
saludos sus dos orejas,
oh
ave maría del escándalo neófito
en
que lo habrá convertido su reaprender
del
gozo.
Su
gratitud rotunda busca su soberbia
para
lograr la terrena nada.
Estrés
oportunamente canino,
el
ladrido del universo paralelo.
Cómo
no sentir a ese chiste inverso
que
atraviesa el alma
con
la sordera de almíbar en un espacio
vacío
en las cejas.
Ivette Mendoza Fajardo