En la garganta
del viento gnomo, mi voz se escapa ligera,
revolotea como un
ave, libre, sin fronteras ni empellones.
Vestida de rostros suplicantes mi alma, se eleva gallarda,
cual cometa en
cielos, sin cadenas fieras dulcemente.
Cual Quijote en
su andar andariego,
sin miedo ni
calma, ni tropiezo ni barreras salva,
navego en la
aventura de alcanfor, con espíritu audaz.
Derriba y aprieta
castillos de grises murallas y mentol,
buscando
horizontes politeístas de un mundo veraz.
Júbilos y duelos,
en coro se entrelazan confianzudamente,
mis emociones,
versos en armonía sutil y proyectada.
El vino del
corazón, canta sin tregua,
un brindis al
universo, poesía renegada entre párrafos.
Ivette Mendoza Fajardo