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jueves, 25 de febrero de 2016

Jugueteo


Jugueteo de la vida
Sobre una barca curtida,
Profundo, las algas ciegas
Que jamás vieran las rocas.
Pasatiempo en cada abolladura del viento,
Se empina al deslizamiento de bahías,
Penetra al pensamiento menudo y
Suda por los dedos del agua.
La muchacha que adorna la costa.
El adolescente rostro fumando cigarrillos sin filtros.
Y en cada fumada, ajada,
Proyectando un paraíso clausurado en ruinas.
Se ignora lo que está enfrente,
Lo que está enfrente se ignora.
Ivette Mendoza

Gloria equivocada

Gloria equivocada de luz incierta,
En realidad no había nacido para
Ser luz y no hay motivo para
Explicar su esencia sola.

Era su vergel la lejanía, que se
Alimentaba de penumbras, más
Por el camino fingía ser victoria y
Se aferraba a la luz.
Se aferraba, se desprendía se
Aferraba y se volvía a desprender
Con su llama en convulsión, pero solo
Humo acontecía y fingía.

Nada pasaba en su inercia que
Explotaba en el aire quedando
El aire maldiciente, aparentando
Ser complaciente, luego se estrellaba
Contra la muralla a respirar su
Propio aliento viciado. 
Ivette Mendoza

Cómo el agua vierte

Cómo el agua vierte y va translúcida,
De vez en cuando es música, así recuerdo
Los umbrales emotivos en que he dormido,
En mi nombre permanente fluye ahora.

A veces entristece mi alma al ponerse
Un tanto insípida, con el
Dulzor de la fuente constelada se
Sienten las mañanas puras, las lunas llenas.
Y a cual más sabrosa de palabras un
Numen de laurel se agrega a menudo
Como un regalo de otoñó que busca
Su igualdad en el derretimiento de nieve.
Yo elijo lo alegre de su transparencia
Exacta, por eso en este vaso siempre el amor
Va diluido en agua fresca.
Ivette Mendoza

Extravíos


Pestañas extraviadas, parpados inmóviles
Amarga cumbre, amargas garras
Serpenteando en la impaciencia de la nada.
Cómo cansado es tu caminar, toca la
Lira, apuesta el alma en un juego al azar,
Aporreada quedó tu conciencia, hundida
En las trompas de Falopio y con la negra palabra
Siente el placer de querer copular.

Impera el ansia de una neurona encarnar
Esterilizada de luz, piensa andar con su instinto,
Cabalgar en la sordera del mar.
La noche se plasma en un papel absorbente,
Se rompe y vuelve a nacer remendada en
El frágil hilo del tiempo.
Yo ya no quiero decir nada pero
El único lugar que me ampara
Al final del abismo, es la imagen de un santo
Que está colgada en la pared de mi cuarto.
Ivette Mendoza

miércoles, 24 de febrero de 2016

Mordí la manzana

Mordí la manzana con toda y su tentación y lujuria.
Me tienes hasta el copete, pensando que con ese
Perfume siete machos te voy a querer más.
Una herida sana restregándole jugo de limón y un poco
De dignidad.
Siendo hoy un día tan ocupado, dije, -hasta aquí llego-
Mi paciencia se ha ido de paseo.
En mi mundo de enredaderas cabe ahuecada tus ideas
De perfección.
Hay una bandada de clítoris que vuelan tan ligeros y
Llevan un calzón suelto como banderín.
He alimentado y domesticado mi instinto comiendo
Poesías.
Mi vecina es un satélite electrónico que va agarrando
Toda señal del vecindario.
Cualquier alimaña que se acerca a mí, sale noqueado
Por un pañuelazo, procuro no dejar testigos; veo
Tanto Forensic Files que se cómo borrar evidencias también.
Me gusta el hombre poeta, no aquel que se pasa la vida
Reparando su carro de ocho a cinco o sosteniéndose la jeta.
Después de muerto, se acaba el drama, el papel no vale nada.
Hiede tanto tu presencia que tengo que usar un spray
Para perfumar mí entorno.
Las sombras son como Drácula, resucitan por la noche
Sacando sus colmillos y por el día le tienen miedo a la luz.
Tus promesas van pegadas con mocos, mejor innovar
Espejismos.
Apenas mis ojos pueden ver, van llenos de correos
Electrónicos, el único antídoto es apagar el monitor.
Ivette Mendoza