Mordí la manzana con toda y su tentación
y lujuria.
Me tienes hasta el copete, pensando
que con ese
Perfume siete machos te voy a querer
más.
Una herida sana restregándole jugo
de limón y un poco
De dignidad.
Siendo hoy un día tan ocupado, dije,
-hasta aquí llego-
Mi paciencia se ha ido de paseo.
En mi mundo de enredaderas cabe
ahuecada tus ideas
De perfección.
Hay una bandada de clítoris que
vuelan tan ligeros y
Llevan un calzón suelto como banderín.
He alimentado y domesticado mi
instinto comiendo
Poesías.
Mi vecina es un satélite electrónico
que va agarrando
Toda señal del vecindario.
Cualquier alimaña que se acerca a mí,
sale noqueado
Por un pañuelazo, procuro no dejar
testigos; veo
Tanto Forensic Files que se cómo
borrar evidencias también.
Me gusta el hombre poeta, no aquel
que se pasa la vida
Reparando su carro de ocho a cinco o
sosteniéndose la jeta.
Después de muerto, se acaba el
drama, el papel no vale nada.
Hiede tanto tu presencia que tengo
que usar un spray
Para perfumar mí entorno.
Las sombras son como Drácula,
resucitan por la noche
Sacando sus colmillos y por el día le
tienen miedo a la luz.
Tus promesas van pegadas con mocos,
mejor innovar
Espejismos.
Apenas mis ojos pueden ver, van
llenos de correos
Electrónicos, el único antídoto es
apagar el monitor.
Ivette Mendoza