Acaríciame
fuerte y haz de mí estallar
ese disco
compacto de deseos tan poderoso
que
haga tocar nuestra música de los
recuerdos.
Todo
perdura en una fruta madura por
donde fulguran
tus besos.
No es
de hielo el amor, es tan solo de
fuego pero
no quema, tan solo de fuego
me ha
deleitado.
La cama
desaliñada orgásmicamente
habla cómo
feliz se debe vivir la vida
en el
mundo de la ciencia incomprensible.
Traigo la
piel borrosa por los años pero
mi alma frondosa como la selva del Amazona.
Una
nota musical de Bach a la audiencia
ilumina,
un flor silvestre la embriaga.
Deja caer
esa lluvia de besos, que tu sombra
me sacuda
y tus labios de lienzo me sequen.
Tus
ojos guardan la imagen de la noche
cuando nos
estremecimos haciendo
el amor.
Ivette Mendoza