La cama
de las aguas gemelas de colchón agrietado,
tiene
largos caminos, el tiempo sediento de eventos.
Tu
suspiro vierte como una catarata
y me
divierte pero las horas mayúsculas
advierten
que las sierpes minúsculas ondulan y pululan.
La
aurora sonora atesora aretes de oro con lloros
por tan
solo un par le imploro
para las orejas de mi
decoro que tanto valoro.
Mi
cuerpo crepuscular oscila
en una
pendiente matemática pero más
tarde
de andar y andar es elevado
al
cuadrado de la curvatura de la tierra y por eso en
su
áurica sombra me encierra y me entierra.
Ahora es
más difícil soñar que antes, cada día
el
mundo se hace más virtual que soñado.
Un
sorbo de vino tinto en tus labios da como
resultado
besos embriagados, y tú me ves
parlanchina
y feliz como una lombriz.
Ivette Mendoza