Piedra que afila la espada del sacrificio
Ornamento del espíritu sagrado, monumento
Consignado al tambor y las danzas
A un espacio lleno de rayos burladores
En cuyas lenguas bífidas arde un fuego
De corazón humano
Que mira a través de ti
Y tú no eres real aún.
¿Cuántas veces has llorado?
El sacrificio se subleva frente a mí,
Fuerza tan primitiva enfurecida de penumbras
Con párpados que parecen abanicos
Abanicando a su dios de venganza insana
En un intrincado laberinto de remotos anaqueles.
¡Piérdete espada, pierde tus fuerzas!
En el altar de tu tristeza
Te has alimentado de puros corazones
Y ennegrecido has dejado el camino
Como para poderlo atravesar.
Ivette Mendoza