Frutos prohibidos
que al comerlos
amarran
los corazones.
Cantan cantata
notas almendradas
que de
un eructo salen del alma y se
pierden
en la zozobra.
Un
venado vendado da un salto tan alto
que parece
un venado alado.
A punto
de nacer
está el
amanecer
será un
volcán labioso
con
cabellos despeinados.
El
sublime ojal y botón que
cierran
la camisa universal
holgada
astralmente.
El
obsceno astro que
dormido
es ameno
no
derrama vulgar veneno.
Voy
sostenida a una lágrima
pluvial,
mi cuerpo en diluvio,
sobre
el Danubio.
La
ciencia que ha muerto,
el
teorema que lo resucita,
y luego le da un formulazo
y la crucifica.
y la crucifica.
Entre
millares de sombras
he
perdido la mía, una nueva
reencarnación
para encontrarla.
Ivette Mendoza