Ladrido dentro del ladrido
Pudiera ser una mansa voz
En el momento cuando más necesita
Mi no coraza que llevo de escalofrío.
Soy hija del invierno con blancas alas rotas
Y con ellas voy ahuyentando los miedos.
Una sinfonía de oboes
Surcan las líneas doradas del sol
Mientras que a ti te mantienen
Tu mirada esplendorosa.
Como venido de un aire violáceo
Ese ladrido está a punto de ser sonrisa
Con un sediento apetito.
Es tan incontrolable mi imaginar
Que va más allá de la orilla del mar.
Ivette Mendoza