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domingo, 17 de abril de 2016

Mujer de acero




Aves de canto bilingüe, mujer de acero
Biorritmo calibrado del himen, aterciopelado.
Ingenio de la vida que conquista el desierto
Con una gota de agua.
Mujer guerrera cincelando su rostro en la piedra
A ojos cerrados, caligrafía de la paz.
Lucha contra la nebulosidad  de Edipo,
El hombre ante su plomizo espejo,
Compacta idea de piélago silicón.
Trazo cibernético de un dinosaurio
Que todavía existe.
Mujer de fuego
En un reino disléxico.
 Ivette Mendoza


sábado, 16 de abril de 2016

Muchas veces era


Muchas veces era un útero amargo y labioso.
La neurosis de la luna en mi almanaque.
El bosquejo de las letras que sudaban constante
Al ovillarse hacia al otro lado.
En su mala suerte, el árbol de guayabo que creció
Torcido, detrás de la casa.
Como el hermoso Cuasimodo en su tuxedo  
Tocando las campanas el día de su boda, yo
La esmeralda de sus ojos.
Muchas veces sólo era un papalote sin cola,
Polifacética pero sin sentido alguno queriendo
Retomar la trama de la telenovela en un hilo fino.
Me protejo, dentro de la concha de una
Tortuga, así se sienten menos los golpes de la vida.
Te amo a cómo te ama el usurero prestamista,
Nuestro amor tiene valiosos intereses.
Un acuario de lágrimas será la herencia que les dejo,
Lo demás lo he prestado.
La noche vengativa y agresiva se apoderó de mí y
Me enterró sus cuchillos, ahora convalezco en el
Hospital de cuidados intensivos. La noche es un
Antro de violencia.
Ivette Mendoza

La voz que tiene voz


La voz que tiene voz dentro de un
Corral.
La prensa que prensa el corazón
Humano con sus amarillas noticias.
El alma carcomida por el dinero.
Los mangos de Chango cantan
Y andan en zancos blancos.
Hay un saber que pretende saber
Pero de verdad no sabe nada,
Pero se siente sapiente.
Con mi pulsera de ojo de tigre
Espanto los males y calmo mí
Corazón cuando anda de parto.
No sé si se han fijado, que cuando
Hay carestía, entre bulla y cabuya
Todo mundo es sordo y ciego.
Al mal tiempo mala cara porque
Nadie la quiere.
Amor de limonada en pleno verano.
Un astro tuerto que ve solo los
Errores que hace la mano derecha.
Un semáforo que parpadea como
Los ojos de mi abuelo.
El pintor de brocha gorda que pinta
La nostalgia de las casas.
Las jirafas son hombres bien altos.
Un cerdo es un político cebado.
Una gata es una mujer mimada.
Un esqueleto bailando es mi
Abuela cuando le ponen música
Salsera.
Un perro ladrando es mi jefe
Cuando descubre en la computadora
Un error mío.
Yo soy la que aguanto cuando a mi
Jefe lo visita el dios Baco.
 Ivette Mendoza

Hambre que se poetiza en en el ocaso



Hambre que se poetiza en el ocaso
Una vida dura, un pedazo de pan
Mal herido, una realidad de payaso
Para tapar lo vacío.
Sórdida carencia, que germina en
El surco gastado. La mesa nos cuestiona
Y se resiente ante los ojos del plato vacío.
Nadie pudo darle consuelo. Tantos peces
Que hay en el lago, parecieran llevar
Pensamientos de gente acaudalada.
El miedo nos electrocuta y nos hace
Insensibles al consuelo. Justicia que va
Vacía de corazones y con el corvo derecho
De reclamar y ponerse a llorar.
Una cartera obsesiva de pretensiones y
Se lleva la gran estafa de la vida.
Nos dan atol con el dedo y nos encienden
El corazón hasta dejarlo sin rostro.
Pagamos un precio muy alto por deslizarnos
Felices en la montaña de mentiras.
A la hora de la hora y en este mundo
Tan dolarizado, el silencio debería de tener
Un alto precio, es sabio, eficaz y te ahorra
Tiempo y dolores de cabeza.
Un poeta que se muere de hambre.
Un subconsciente malvado que nos hace
Llorar. Una tierra labrada en dólares que
Va desgastando nuestros huesos, se cosechan
Lamentos.
Ivette Mendoza

viernes, 15 de abril de 2016

Vida teñida en violeta


Vida teñida en violeta, vida perfecta
Desea llenarse de lunas panderetas
Y se escucha su voz sonreír.
Susurro de hojas, susurros de vientos que
Ya están cabal en el cercano recuerdo,
De nuevo se escucha su voz sonreír.
Latinos pensamientos se van perfilando en
La falda de luz de la carismática estrella.
La quietud neblinosa, es aire que se labra
Y se desparrama, se desparrama y se vuelve
A labrar.
Mi corazón te espera y lleva armonía
De frutos, armonía de espera con su dialecto
Como los ademanes de peras, con sus gestos
De amor.
Se impuso tu presencia como farol de la noche
Y en mi lecho brillabas como una flama eterna,
Como una luciérnaga que sigue la luz al pie
De la letra.
Bajo el verdor de la hierba, en una gota
De lluvia emerjo desnuda, te beso en la frente,
La tierra se anuda y reclamo el destello
Que dejan tus huellas.
A pedir de boca, Poseidón me regala su cuerpo
Amatista, su espalda que abre las puertas del
Olimpo, su masculinidad que me hizo mujer y
No suele dejarme.
 Ivette Mendoza

Tiempo de la gris oquedad


Instante de reflexión, tiempo de la gris oquedad.
Instante pensativo, tiempo del sol vacilante.
Valles caloríficos, carrera acalorada
Subo la cuesta abollada, me empaña los ojos la luz,
Me empaña su aliento
Y su aliento es, mi encrucijada fútil
Viviendo las horas febriles
Buscando el significado de la vida
Y no he encontrado nada.
He intentado hacer de la nada, un mundo de mieles.
Imaginar lo bello de tu rostro,
Lo bello de tu generoso acto,
Pero nada.
Instante de reflexión, tiempo de la gris oquedad,
Logrando recordar lo que he vivido
Pero termino en la terquedad del olvido.
Instante pensativo, tiempo del sol vacilante,
Tú, te imaginas dentro de mi alma rota,
Dentro de mi alma rota, te abrumas
Y vives extraño, y vives ermitaño
Dentro de mí alma rota,
Instante de reflexión, tiempo de la gris oquedad.
Larga distancia, sueño de brevedad.
Mis manos entumecidas
En la maraña del eco,
Incapaz de regir el rumor de lo que
Lleva en sus entrañas.
 Ivette Mendoza