Hambre que se poetiza en el
ocaso
Una vida dura, un pedazo de
pan
Mal herido, una realidad de
payaso
Para tapar lo vacío.
Sórdida carencia, que germina
en
El surco gastado. La mesa nos
cuestiona
Y se resiente ante los ojos
del plato vacío.
Nadie pudo darle consuelo.
Tantos peces
Que hay en el lago, parecieran
llevar
Pensamientos de gente
acaudalada.
El miedo nos electrocuta y nos
hace
Insensibles al consuelo.
Justicia que va
Vacía de corazones y con el
corvo derecho
De reclamar y ponerse a
llorar.
Una cartera obsesiva de
pretensiones y
Se lleva la gran estafa de la
vida.
Nos dan atol con el dedo y nos
encienden
El corazón hasta dejarlo sin
rostro.
Pagamos un precio muy alto por
deslizarnos
Felices en la montaña de
mentiras.
A la hora de la hora y en este
mundo
Tan dolarizado, el silencio
debería de tener
Un alto precio, es sabio,
eficaz y te ahorra
Tiempo y dolores de cabeza.
Un poeta que se muere de
hambre.
Un subconsciente malvado que
nos hace
Llorar. Una tierra labrada en
dólares que
Va desgastando nuestros
huesos, se cosechan
Lamentos.
Ivette Mendoza
Ivette Mendoza