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miércoles, 13 de abril de 2016

Madrugada escapada de espinas


A cuerpo limpio, madrugada escapada
De espinas.
Una rosa que no se pierde de
Andar en la proa de las horas
Hasta su tallo fecundo,
Aflora en un rayo iracundo.

El Buda que aplaca el ciego sentimiento
Espera la quietud de su blonda belleza
Descartando el placer de su carne
Que vierte diminuta y asustada.

Tú, que me encuentras en el llano del amor
A mandíbula batiente,
Mi corazón regresa
A su tierno serpenteo silvestre
Y se disipa en la luz.

No hay más espinas en su boca,
Ni jaulas, ni encierros,
A tiempo calma,
La tormenta de espinas viciosas.
 Ivette Mendoza