Rujen caminos en la arboleda
lavanda,
En la arboleda lavanda se
escribe el poema.
Siete mariposas sostienen los siete
pilares del mar,
Siete pilares que son
consciencias iluminadas.
Por el ojo del faro pasa una
tormenta que
Que se alimenta de mí, de mis
huesos.
Mi cuerpo es el blanco candor
por donde
Vuelan los pájaros.
Surjo hecha de heno, dulce y
pensativa,
Mi alma, un gorrión blanco.
Y es cierto que el corazón
nutre el silencio
Del mundo, sembremos amor,
recogemos tibia
Su imagen.
Duermo en el espacio virtual
de las aguas,
Me despierta el color de sus
gritos.
En ti hay sinfonías de lobos
aullando,
Que atraen el arrepentimiento
de la noche.
Yo era la celeste primavera
antes de ser mujer,
Hoy intento volar en las
mansiones del alma.
Saber que la verdadera poesía se
nutre de
Tan solo pensamientos locos,
mi corazón
Palpita en ellos, se desbordan
dentro de mí.
La calistenia de la vida
ejercita mis deseos
De ser tan solo yo sin prestar
atención a las
Necedades del mundo.
Ivette Mendoza