Recuerdos de la luna en los
sonidos del silencio,
Recuerdo canciones de caja de música.
Cuatro sapientes campanadas en
cuyas huellas
Apalabradas, tú, no las has
podido engañar,
Porque se repiten en sones
armoniosos.
Para vivir mejor, -digo-, todo
tiene que ser
Relativo a la luz. Relativo a
tus besos y tus
Caricias.
Se multiplican flores de
sacuanjoche, se
Multiplican a la velocidad de
la luz,
Adornan mi cabellera como musicales
luceros.
Reposo entre las dos caras de
una tortilla de
Maíz, me robo el corazón de un
labrador pinolero
Que labra sueños en la tierra
azul y blanco.
Avanzo lento, despacio dentro
de follaje de
Tu pecho y encuentro un fruto
oloroso que me
Da la fuerza de dormir hasta en
una cama de piedra.
Bajo las estrellas, entre
algas y la espuma del mar
El mágico sueño inoculando la razón
y no
Reconoce la imparcialidad de
la sombra, ni la
Duda de las flores que tratan
cruzar el brusco
Borde de cielo.
El pasado es una
mochila que pesa mucho,
Por eso dejo que el curso
natural del destino diseñe
La vida que he imaginado.
Soy un corazón sin fronteras,
amo el oxigeno
Libertario, en la patria
forestal que habito no hay
Palabras juiciosas, ni
chismes, ni comentarios
Porque este corazón sabe que esta
carne que
Lo envuelve solo vive una vez.
Ivette Mendoza