La ovulación que desgarra las
pieles sedosas
Del mar.
El puerto entreabierto de la
vulva, su brújula
Sobre el humo candente de la
tierra.
¡Bésame en la boca!,
Te acerco mi sexo que dormita frágil
en los
Montes de Venus.
Me pierdo en su mudo pelaje de
su femíneo
Presentimiento.
Vislumbro el púbico resquicio que
muerde
El madero nacarado del lecho
en sus embestidas
De rocas.
¿Quién te hará mujer cuando el
silencio redoble?
Un instante, un instante se
atesora en la limpidez
Del útero. Aquí no hay sombras,
que troten la sangre,
Que no entienden y olvidan entrar
al sueño mujer.
Disfrazarme de nube, quizás, disfrazarme
de nube.
Caracoles gimientes emergen
del trueno.
Brama tibia la noche, braman
los peces en su
Carrera alocada.
La diosa ríe y rompe en
llanto, rompe en poses
De sensibilidad y mariposa.
Ivette Mendoza