Mundo de constelaciones
tranquilas,
Hay una en mi pecho que se
deja
Acariciar.
Garabatear la piel de tu alma
me
Hace una diosa que busca la
manzana
Prohibida.
Me entrego de lleno a las
rimas
De un poema, me rebelo cuando
Tocan mis labios envenenadas.
Espoleando la luna vaquera,
Sumergida en su aguardiente
sabor.
He decidido al fin que la mejor
Manera de vivir es la que me
Conduce a las quimeras del
sueño
Iluminada por el rayo
demencial
Del verso.
Hay lunas que se levantan con
sed
De romance, hay soles que se
desbordan
A la mitad de un poema.
Un dulce beso vislumbra el fulgor
de
Las almas que no han podido
cruzar
Más allá del horizonte.
Tu carne diluida en lavanda
fragancia
Se hace llover desde un cielo
apacible,
Comprensible a mis penas.
Vivir perdida en los
amaneceres
Me trae una dicha humectada,
labrada
En nueces con un fulgor
insano.
Tu mirada me lanza su sed
delirante
De fuego, me quema el alma y
nuestro
Amor es ciego.
Ivette Mendoza