Carro de fuego:
Velocidad de aves agregadas
A la musa inspirada, inspiradísima
Entronada en la flexibilidad
del
Suspiro.
Dulce sombra que borra la
cicatriz
Del sueño del ansia abrevada.
Azota el viento tramposo a la
Resina que busca la claridad
Del astro.
Un fantasma marchito se escapa
Del maletero con deleite
embustero.
La crueldad del ojo, su
ojeriza
Ondulante delirante hacia la
Llama del frio.
El duelo de soles injertado en
la
Consciencia juvenil.
El derrumbe del crepúsculo,
Su avalancha de mentiras, la
Modorra de clavos que desborda,
El frágil castillo donde
pulula.
Se enciende la lámpara, se
clona
En tu piel, se pronuncia
victoriosa
En ella.
Laguna del pubis, corazón
astillado
Que sube por el alba con
oscuras
Agendas y su cacofónica resonancia.
El mercante chino que vislumbra
Dominar las almas en el
universo
Mercantilista, nos acercamos
temerosos,
Pero nos atrae su aurora
boreal.
Ivette Mendoza