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viernes, 1 de abril de 2016

Horada la noche


Horada la noche, acalla su sed de luz.
Entre el rugido del tambor y las manos
Me veo despierta, feliz, infeliz,
Las horas me atrapan incierta,
El tiempo ahora deshora y demora.

Sorpresivo océano de celos me embarga,
Me araña, me asfixia, amarga ponzoña  
Se embarra en tu piel y te enloquece.

Te enloquece, te asusta, te seca tus labios
Acaba el amor, la dulce hierba, la clara promesa
Que ensalza el hoy, que no es hoy sino el mañana,
El mañana eterno que es el ensueño iluminado,
El sueño desvestido caminando en brasas ardientes.
Ivette Mendoza