Anhelada exuberancia
Anhelada exuberancia,
como arcaicos céfiros convexos.
Nadie palpa
nuestro clamor regurgitado.
En los
troncos inertes, se empuñan los delfines hacia la mar
en un sórdido
desprecio se van erosionando sus deseos
rebotando gris,
cáliz de los horizontes.
Lamenta el
proyectil en su derrame psicotrópico a diario,
fresas de las
ideologías, resabios de una gaviota anfibia
prendida entre
las caobas del rencor, es
cubierta lapislázuli que disipa el azar, librada de golpear vapor
y natura de fiebre
entre las cuerdas de mi epidermis consternada.
Ivette Mendoza Fajardo