El letrero, impasible seducción
El letrero,
impasible seducción, alborotada parafina de
máquina
memorizada. Amarga hora desbordante,
congelada,
yendo más allá de su mismo embote en su
reburujante liberación
de un pronunciado estrago.
Endémica sátira
de quietud taimada debate ya fuera
de control, ronzal
o manía. Conmovida de que numerar
apenas “senos
plantígrados” o “encarcelada aurora”
desordena
tal hecatombe telarañosa. La robótica
sinuosa de
ese sonreír radical de los días. Incoherencia
premeditada,
grillete que siempre taladra, envuelto
en quietud intrínseca.
Unos aludes de mutantes
ideas, sin
motivo, necias y amontonadas
irreprimiblemente.
Ivette Mendoza Fajardo