Pupila de seda en la gruta del cabalgante
Pupila de
seda en la gruta del cabalgante.
Las horas se
desprenden en la llovizna del templo.
Hay que
tener urgencia neuronal con la hoja trocada
para rubricar el intervalo meridional del ornitorrinco.
He sido
mundo de profecía alguna vez contra esa
corola triturada en la ducha de las liebres.
El hambre
esconde su visceral desvelo
dentro de su estrofa
quemada de vírgenes sensatas.
Las rotaciones barrocas nacen de un propósito umbilical.
Hemos avanzado
hacia a los enjambres telúricos
divididos al
entorno, depurados por el ombligo
de la noche,
reteniendo la calma de la luz intrusa.
Ivette Mendoza Fajardo