Aquieta la verdad
Aquieta la verdad no hay
palabra ni mandíbula
boom, boom de la noche
infernal ronda angustia
es un abordaje desapercibida franquicia demanda
por la noche se acuesta el
diente riente del día
acaricia hermanos y papalotes
mora en un silencio y
fue tan grande en la
oscuridad y amargo hasta el origen
muda quietud, temblor
melancolía no pudo vencer el tiempo
ruido, ruido cuenta la
historia de hoy se queda detenido
entre los objetos como
marcando un despeñadero
no reverenciado hinca tu
muela en peras peregrinas
grávidas en promoción de
esperas que te abominan
que ni de cerca las veías…
con profunda perplejidad
arrasa las orillas de la
vida, la vida arrasa por doquier
como del arrasamiento último
del buen final y los tentáculos
del labio humedecido en las
pisadas de la querencia
¡Al huérfano vocablo de mi
oreja! Temores del camino sobre
soledad de algas en corona de
pupilas y sabia brujería
de tendones estupendamente
amando sus cabellos de
medusa porque su cabello es
su lenguaje buscando
monstros de medianoche que no
le alcanzan los dedos
para nutrirlos de creencias
aletargadas con el sabor
farsante de los siglos para
no destruirnos mutuamente
son nombres que te llaman
glotona de carnes rojas
hambrienta de efluvios ¿Para
mis rudas cuestas?
Pelícanos de universos rojos
se antojan de fieles cobardías.
Ivette Mendoza Fajardo