Un rencor a pecho abierto y fustigado
Un rencor a pecho abierto y
fustigado
remolca la piedad
desenfadada
que se traga a sí misma
en el desparpajo de la vida.
La sombra es la única
perseverancia donde
el vacío se arrebuja como un
intenso parasol.
Me destilo a impulsos me
rastreo a empujones
en acuario satisfecho como
brinco de cometa,
sin constreñir la injusticia
que lo engendra.
Lioso estorbo del desengaño
moviendo marionetas deformes,
mientras los cuerdas se
fusionan y engañan
protegiendo su profundidad
como ese ruido
de la intuición.
¿Dónde se disipa el rencor?
¿En secreto talismán
adormecido?
¿En senderos de pompas para
gemir libremente?
Las palabras tiemblan de
miedo
entre la justificación
desdentada del pasado,
y las gargantas torturadas
pretenden
destruir lo escabullido de la
sinrazón.
Cuando se equivoca el
torbellino mudo,
entre los compresivos desechos,
siempre taconea un alacrán.
Ivette Mendoza Fajardo