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martes, 3 de mayo de 2016

Sauces llorones




Sauces llorones


En el cementerio,
Filas de sauces llorones,
Cuyos gestos y propósito
Son: carcajearse
De los vivos y los muertos.
Son humanos malignos, benignos
Así de verdes y hermosos
Dulces y amargos,
Como tormento en
Sus desgajados rostros.
Son las doce de la noche
Lloran, se ríen
Y yo empiezo a temblar
¡Ay mama, y yo aquí!
¿Por qué me dejaron entrar?
Son las doce de la noche
¿Por qué me dejaron entrar?
Los escucho reír y llorar
Son malignos, benignos
No da frutos,
Tiempo de ir al baño, ¡oh no, no!
Mi miedo ha mojado el césped.
Ivette Mendoza

Reunión de pitufos




Reunión de pitufos admiran
El cadáver del cuervo.
No sale el sol, va entre pecho
Y espada. Si viviera por mí
Sería feliz. Después de romper
La brusca aldaba hostil,
Micifuz encuentra cien monedas
De oro en el cofre,
Se compra dos pares de botas
A la moda para andar por el
Mundo.
Bajo su sábana de nailon
Duerme un pitufo embrujado
Que siente el placer de ir
Condenado por el juez de
De su propio ser.
¡Clase de condena se busca!
Bailar ballet frente a un
Tsunami y sacarle la lengua.
Ser de alcurnia y vivir atiborrada
De ilusiones mitológicas.
Esto no es todo, ni es nada,
Como si yo fuera un árbol
Un perro me quiso mear.
Las calles se derriten en
Este calor infernal. Un gallo
De bronce me enamora,
Me implora amor y me regala
Un bouquet de plumas y me
Hago una diadema risueña.
Hora del almuerzo, comer sushi,
Tragar poesía, escribirlas, saborearlas,
Recordar que es la única forma
De sacar tantas arañas imaginativas
Que hay dentro de mi cabeza.
Ivette Mendoza