Sabían a melocotón y cerezos esos besos
Cuando la noche cayó tierna y serena.
Somos hijos del amor, de la pasión
Desenfrenada y de la tierra con sabor
A yerbabuena.
Cuando el hombre ama locamente
Es señal de que se ha reconciliado con su
Niño interno.
Un rumor a mariposas alegran en la
Corta estancia que nos queda.
Cambio zapatos por flores, mi corazón
Por el tuyo. Doy todo por nada, cóbrenle
Impuestos a mis dudas.
Todo lo que tengo alcanza en una
Pobre maleta,
Mis vestidos, mis bufandas y mí
Corazón lleno de amor.
Mientras más enredadas en las aguas
Voy, menos me importan las cosas por eso
Quiero morir en ellas.
Ivette Mendoza
2015