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martes, 19 de enero de 2016

Gladiador


Un sórdido silencio impuro
Es calenturiento de felicidad
Por eso
Ha vuelto a la casa
El gladiador que desaparece
Con su espada fermentada
Atrapando del mar sus peces.

Hay una coraza de palomas
Absorbiendo los sonidos
En la última consonante
Su silbido empedernido.

La cordal de sus bellos ojos
Masca gomas de mascar
Mientras lucha su muela
Se avinagran mis tobillos.

Su muscular rizoma se asoma
Enraizando de cicuta mi corazón
Y cuando besa
Son besos venenosos
Sin temperatura ni presión.

Ivette Mendoza