La bestia interna que todos llevamos
Se contagia de tos y entonces se
Condena a la vida eterna.
No, no hay un niño adentro es el destino
Que se oculta en el filo de un relámpago
Borrando las condecoraciones del alma,
Negando un beso
con los pies tiesos.
Reconócela por el color de su piel, es
Color de todos los colores y tan pequeña
Como la bacteria que rasguña tu garganta
Y lleva centenares de años viviendo en ella.
Bestia masculina, bestia femenina,
Se mezclan con
sangre atragantada
De llovizna menstrual por eso la vida
Se torna bestialmente añorada
Al sacrificio
de lo artificio.
La bestia interna que todos llevamos,
Aunque maree los sentidos
Es solo una
simple bestia.
Ivette Mendoza