Era suave, brillante, mi mundo
expresivo.
Fugaz, relámpago de oro en jardín
de plata
donde viví de rama en rama,
impasible.
Es más pleno atiborrado, es más
pleno imprevisto,
arde el heno dormido,
atraviesa los filos del
vértigo compenetrado de
curiosidad.
Lo entiendo, lo sé, no lo
olvido, lo sé
se sabe; se agita el cuerpo
lucero; se entiende
sin fin, lo sé.
Fanal de la pagoda, ignota, y serena,
fanal de la ceniza lo que
busca y lo buscado
Y su banal picazón de recuerdos
en un marco
Invisible.
Hacia el humareda del espíritu
burlón y la piedra,
somos tan fuertes, dos almas
quietas, agitadas.
Fuentes del ensueño que pasa
del pasado
al futuro fugaz, mientras se
entretiene en el
presente por siglos.
Era suave, brillante, mi mundo
expresivo.
Converge transformador y vasto
de espacio,
converge aventurado mil veces,
mil veces
de noche, interminable de amor,
desesperado.
Ivette Mendoza